Muchas parejas concurren a la consulta sexológica con la inquietud de aumentar el deseo sexual, pues manifiestan no tener las ganas de antes. Esta situación genera mucha ansiedad y no contribuye a la buena comunicación de la pareja. Desde la clínica sexológica existen técnicas y tratamientos para que la experiencia sexual mejore.
Lic. Gustavo Vignali
Sexólogo Clínico. Piscoterapeuta.
Vicepresidente Sociedad Uruguaya de Sexología.
gustavovignali@gmail.com
No es novedad que muchas parejas concurren a la consulta sexológica con la inquietud de aumentar el deseo sexual. Manifiestan no tener las ganas de antes, dicen que la chispa se apagó, temen haber perdido la atracción hacia su pareja, etc.
Esta situación genera mucha ansiedad y no contribuye a la buena comunicación de la pareja, temen que ya no vuelva a ser la de antes.
Esa “chispa sexual” presente en los primeros tiempos de la gran mayoría de las parejas, o en los encuentros sexuales con parejas ocasionales, es esperable que no dure mucho. Pero desde la clínica sexológica existen técnicas y tratamientos para que la experiencia sexual mejore y que el tiempo sea una variable que pueda ser utilizada a favor de la intimidad sexual.
Según un estudio (Charnay, M. & Herniquez, E. 2003) 34,9% de las mujeres presenta deseo sexual inhibido, existiendo una relación estadísticamente significativa entre la variable nivel educacional de la mujer y de la pareja, situación laboral de la pareja, satisfacción de las necesidades básicas, satisfacción sexual, satisfacción con la relación de pareja y la variable dependiente deseo sexual inhibido.
Algo similar ocurre con los varones. Según artículo publicado por Mayo Clinic, “es natural que los hombres noten una disminución gradual del deseo sexual a medida que envejecen (…) sin embargo, a veces, la pérdida del deseo sexual está relacionada con una afección de fondo”, siendo la depresión, el estrés, el alcoholismo, el consumo de drogas ilegales y la fatiga factores de pérdida del deseo sexual en hombres.
El deseo sexual está determinado por varios factores intervinientes y tanto hombres como mujeres suelen padecer un descenso del mismo. No obstante, si miramos con detenimiento las causas de su origen, es posible trabajar para cuidar el deseo sexual y por ende la salud sexual que es parte del vínculo y buena comunicación de la pareja.
¿Qué son los sentimientos sexuales?
La experiencia sexual es una forma de relacionamiento en la que entran en juego sentimientos. Conocer y cuidar de los mismos contribuyen a desarrollar las habilidades necesarias para resolver conflictos a nivel sexual. Tales sentimientos son el deseo sexual, la atracción y el enamoramiento.
El deseo es un estado interno que impulsa a la búsqueda de contacto. La forma en cómo se vive y de qué manera se satisface depende de muchos factores de tipo personal, relacional y cultural. La atracción implica la presencia de deseo, pero dirigido hacia una persona o tipo de personas específicas. El enamoramiento conlleva deseo y atracción. Gracias al enamoramiento, la persona parece insustituible, exclusiva, única. Hace que todo gire en torno a esa persona amada, le dedicamos tiempo, fantaseamos, damos lo mejor de cada uno.
Según los sentimientos sexuales descritos, queda claro que la mejor forma de experiencia sexual, o la más completa, es la que conlleva el enamoramiento. Pero el enamoramiento de los primeros tiempos de la pareja tiende a descender luego de determinado período. Es esperable ya que la etapa inicial de toda pareja se vive con cierto grado de “ceguera”, en la que se idealiza al otro, viéndose únicamente los aspectos deseados. Por lo tanto, no se ve la realidad tal cual es. Al tiempo esa idealización deja paso al ser real, es cuando aparecen las primeras decepciones. Es el momento en que se pasa del enamoramiento a la construcción del amor.
Por otro lado, ¿qué sucede en los casos de quienes no desean tener pareja y por ende no enamorarse? ¿Cómo aumentar el placer de los encuentros sexuales cuando el enamoramiento no entra en juego? Frente a tales preguntas surgen otras que pueden guiar a encontrar el placer sexual: ¿a qué se debe el placer sexual?, ¿qué es lo que garantiza la satisfacción sexual? y ¿qué tipo de intimidad sexual estoy buscando?
Habrá quienes digan que el placer sexual tiene que ver con la duración del encuentro, de la penetración, del “juego previo”, la intensidad del orgasmo, etc. Estas respuestas tan comunes de escuchar parecieran confundir rendimiento con placer. Y es que la educación sexual que la cultura imparte, como gran parte de la educación en general, es exitista, apunta a conseguir un resultado. En general son aquellos que pretenden rendir quienes se quejan de menor satisfacción sexual. Muchos llegan a la consulta sexológica con la demanda de mejorar el rendimiento, olvidando el para qué de la respuesta sexual: sentir placer.
El valor del autoerotismo en el vínculo sexual
Frente a casos con bajo deseo sexual, hay que indagar sobre el autoerotismo. ¿Para qué? Para reconectar con el placer. La masturbación puede ser un excelente recurso para satisfacer el deseo, proporcionar placer y aumentar la libido. Y si es bien utilizada, es la clave para aumentar el erotismo.
La clave de la intensidad sexual está en saber sentir el propio cuerpo. Por lo tanto el autoerotismo es la puerta de entrada. Ello implica saber conectarse con uno mismo, con lo sensorial y también saber “apagar” la racionalidad que muchas veces aparece en exceso interfiriendo en la calidad del erotismo. Existen técnicas sencillas, aunque requieren de tiempo y dedicación, que son de gran ayuda para mejorar la vida sexo-genital.
Sobre el deseo
El deseo es un aspecto de la respuesta sexual muy controversial desde los distintos enfoques teóricos y también la dificultad para la que no existe un fármaco específico. Masters y Johnson, pioneros en el estudio de la respuesta sexual, realizaron en 1950 una descripción ofreciendo un modelo lineal tanto para hombres como para mujeres, comenzando por la excitación, la meseta, el orgasmo y la resolución. Fue recién en 1979 que la psicoterapeuta y sexóloga Helen Kaplan introdujo la importancia del deseo como una fase de la respuesta sexual. Se plantea que el deseo sexual puede suscitarse como una respuesta a un tipo de estímulo, tanto interno como externo, que produce una activación fisiológica que es interpretada en función de parámetros culturales.
Conceptualizaciones actuales como la Basson et al. proponen un modelo cíclico biopsicosocial, dándole al deseo otro lugar en la respuesta sexual de la mujer. Plantean un feedback entre aspectos físicos, emocionales y cognitivos. El mismo puede aparecer antes de la respuesta física, provocando una actividad sexual a lo que llaman “deseo espontáneo”, o más frecuentemente se da una postura sexual neutra, que implica una predisposición a realizar una actividad sexual, que si los estímulos son adecuados se pasa de la neutralidad a la excitación y el deseo, al que se llama “deseo reactivo”.
Si bien existen otras teorías sobre la respuesta sexual humana, es importante conocer la complejidad de la misma, lo que implica que no existe una forma de expresión de la sexualidad y mucho menos prácticas o posturas que se deban realizar. Cada quién, cada pareja es responsable de la forma en que desee expresarse.
La clave de los activadores e inhibidores
¿De qué depende la calidad del encuentro sexual? Son múltiples los factores que influyen en el deseo y demás etapas de la respuesta sexual. Entre ellas algunos medicamentos o la presencia de enfermedad, aunque también el estrés, cualquier tipo de malestar, hasta una simple preocupación pasajera.
Existen dos aspectos que son claves para aumentar el placer del encuentro íntimo. Se trata de los inhibidores y activadores de la sexualidad. Los activadores son aquellos estímulos que favorecen la respuesta sexual. Pueden ser internos y externos. Los activadores externos se nutren de la buena disposición de los sentidos para lograr una respuesta: vista, olfato, oído, gusto y tacto. Los activadores internos más importantes son los sueños y fantasías. Los inhibidores son aquellos estímulos que actúan disminuyendo la intensidad del encuentro sexual. Tales inhibidores o activadores no son universales, sino todo lo contrario, lo que activa en uno, inhibe en otro. Y la riqueza de la actividad sexual depende en su gran mayoría del conocimiento que se tenga sobre ellos.
La vida sexual saludable comienza por una comunicación adecuada con nuestros sentidos. Cuando más se integre lo sensorial, mayor riqueza en la vida afectiva-sexual. La comunicación con nuestros sentidos es clave para conocer los activadores e inhibidores de la respuesta sexual. Saber transmitirlos a nuestra pareja es el paso siguiente para ampliar la experiencia sensorial. Con el paso del tiempo, así como cambiamos nuestros gustos en relación con las comidas o cambiamos nuestra forma de pensar, es esperable que también sufran cambios los activadores e inhibidores de la sexualidad. Hacer una escucha activa sobre éstos y una comunicación responsable con nuestra pareja sexual, garantiza una vida íntima rica en experiencias intensas.
Bibliografía
Basson, R. (2000). The female sexual response: A different model. Journal of Sex and Marital Therapy, 26(1), 51-65. Doi: 10.1080/009262300278641
Cabello, F. (2010). Manual de Sexología y Terapia Sexual. Madrid: Síntesis.
Charnay Rebolledo, Mónica & Herniquez Fierro, Elena (2003). Prevalencia del deseo sexual inhibido en mujeres en edad fértil y factores relacionados. Ciencia y Enfermería
IX (1): 55-64, ISSN 0717-2079
Masters, W. & Johnson V. Human sexual response. Boston: Little, Brown. 1966.
MYSU recuperado en https://www.mysu.org.uy/haceclick/folletos/02-el-deseo-sexual.pdf
Nippoldt, Todd ¿Es normal que los hombres pierdan el deseo sexual a medida que envejecen? Recuperado en: https://www.mayoclinic.org/es-es/healthy-lifestyle/sexualhealth/expert-answers/loss-of-sex-drive/faq-20058237