Opción Médica conversó con el profesor Dr. Miguel Martínez, actual decano de la Facultad de Medicina, en una entrevista en la que se abordaron varios temas de actualidad e interés para el sector.
Las carencias presupuestales de la Facultad de Medicina, el rol que asumió todo el personal de la salud durante los dos años de pandemia y los desafíos que se debieron asumir en este período, la situación actual del Hospital de Clínicas, la cantidad de médicos que egresan por año, que normalmente no superan los 600, y otros asuntos fueron el eje de la charla.
¿Qué carreras ofrece hoy?
Podemos dividirlas en carreras de grado, que son la de doctor en Medicina, obstetra partera, las licenciaturas de la EUTM (Fisioterapia, Fonoaudiología, Imagenología, Instrumentación Quirúrgica, Laboratorio Clínico, Neurofisiología Clínica, Neumocardiología, Oftalmología, Psicomotricidad, Registros Médicos, Terapia Ocupacional) y las tecnicaturas de la EUTM (Anatomía Patológica, Cosmetología Médica, Hemoterapia, Podología, Radioisotopos, Radioterapia y Salud Ocupacional). Además, se ofrecen carreras de postgrado profesional de especialidades médicas y académico como maestrías y doctorados. En la enorme mayoría de las carreras, incluida la de doctor en Medicina, existen sedes en Montevideo y al menos una región del interior.
¿Cuántos estudiantes por año que ingresan?
Respecto a las carreras de grado, aproximadamente ingresan 2.200 estudiantes a Medicina, 2.500 a EUTM en su conjunto y 600 a Parteras. Respecto a las carreras de postgrado, destacan en Medicina las de especialidades médicas, a las que ingresan bajo distintas modalidades como residencias o postgrados convencionales), los postgrados académicos como maestrías y doctorados, y los más vinculados a la producción de conocimiento, que están en pleno desarrollo.
¿Cuántos egresan actualmente de la Facultad de Medicina?
Pese a que el ingreso se incrementa día a día, el egreso de médicos se ha mantenido estable en los últimos años. De hecho, rara vez superan los 600 médicos cada año, la enorme mayoría de los cuales optan por continuar una especialidad. Un fenómeno aún más acentuado se vive en las licenciaturas y las carreras técnicas, con la salvedad que en ellas la mayor caída se da ya en el primer año. Ni que decir que la mayor inversión de la facultad se hace precisamente en esos primeros años, en los que la masificación -casi 11.000 estudiantes concurriendo al mismo tiempo- obliga a multiplicar espacios, metodologías y esfuerzos.
¿Estos años de pandemia afectaron el normal desarrollo de estas carreras? ¿Cómo se realizaron las prácticas?
Es indudable que mantener niveles suficientes en enseñanza teórica y, sobre todo práctica, en estos años ha sido un enorme desafío. Respecto a la enseñanza teórica debimos utilizar diferentes estrategias para evitar atrasos curriculares insalvables. El trabajo previo sobre plataformas de enseñanza a distancia desarrollado por el DEMY y la coordinación curricular para enfrentar el desafío de la numerosidad fue lo que nos permitió mantener una actividad teórica durante toda la pandemia. En ese camino todos aprendimos muchísimo. La enseñanza práctica ha sido la más afectada y en muchos casos estamos aun trabajando para subsanar esperables atrasos curriculares que resultan muy difíciles de enfrentar. La enseñanza hospitalaria también se vio afectada por múltiples factores entre los que se intrincaron la seguridad de pacientes y de estudiantes y funcionarios, las licencias por enfermedad o contacto que obligaron a reducir el personal de salud y las medidas de protección, las cuales además afectaron los ya menguados presupuestos destinados a la enseñanza.
¿Cuál es la inversión anual que recibe la Facultad de Medicina para mantenerse?
Es una pregunta difícil de contestar. Si digo que entre Facultad de Medicina en todos sus rubros y el Hospital de Clínicas en sus rubros docentes reciben cerca de $1.600 millones anuales, parece bastante. Pero si analizamos que con los cerca de $1.000 millones que recibe la Facultad de Medicina se mantienen sus edificios -algunos de ellos centenarios-, se compran fungibles para limpieza y alimentación de los bioterios, se paga luz, agua, gas, se compran equipos para enseñanza y se dan cursos para 10.800 estudiantes, parece ya menos. En números redondos, con lo que recibimos del Estado, en recursos docentes podemos apenas destinar unos $ 3.000 por mes para cada estudiante. Cualquier institución privada, no necesariamente universitaria, cobra entre $ 30.000 y $ 60.000 por mes, y no creo que tiren manteca al techo.
En suma, en lo que hace a la formación de los médicos de todo el país, nos obligan a ajustarnos entre 10 y 20 veces respecto a una institución media. Y no lo estamos comparando con una universidad brasileña, chilena o argentina en las cuales los costos son muy superiores. Además, mantenemos por lejos la mayor producción de conocimiento médico del país, medido en publicaciones en revistas arbitradas con investigadores reconocidos en todo el mundo. Para ello se invierte poco más de $20.000 por docente y por mes. Después nos preguntamos por qué nuestros científicos se van del país.
¿Qué opinión le merece la actual situación del Hospital de Clínicas?
Naturalmente apoyamos y seguiremos apoyando la gestión de su director general, el Dr. Álvaro Villar, a quien conozco personalmente desde hace muchos años, tanto como estudiante -de hecho, fue mi alumno en CICLIPA-, como de delegado estudiantil al Consejo de Facultad siendo yo consejero docente, como director del Hospital Maciel y ahora como director general del Hospital Universitario. Son muchos años.
El Hospital de Clínicas intenta consolidarse y crecer dentro del Sistema Nacional Integrado de Salud sin perder su calidad de universitario, lo cual supone muchísimos desafíos. Es importante reconocer la labor de quienes lo precedieron, en particular la Dra. Graciela Ubach con su enorme compromiso universitario, la Dra. Raquel Ballesté, quien sigue colaborando desde el Laboratorio Clínico y el Consejo de Facultad, y el Dr. Daniel Alonso, hoy jubilado, colaborador incansable.
En este último tiempo, desde la Dirección y su Comisión Directiva se enfrentó una crisis de salud sin precedentes en Uruguay, y destaco muy particularmente el trabajo del personal de salud, desde servicios generales a los de medicina y de enfermería. En ese contexto, que es de aporte y de trabajo, con las enormes carencias derivadas de presupuestos históricamente insuficientes, con enormes aciertos y también con errores, el Clínicas debe seguir creciendo, se moderniza y debe seguir modernizándose, construye y debe seguir construyendo.
¿Qué opina de un eventual traslado del hospital en un futuro cercano?
Bueno, ese tema merece una serie de apreciaciones. Una cosa es el compromiso de un país de invertir en remodelar, equipar y eventualmente construir espacios que permitan una mejor asistencia, otra simplemente trasladar. En lo personal, en este año termino mi gestión como decano y como docente. Obviamente no como universitario. Con esto quiero decir que mi compromiso es con el presente y entiendo que es necesario invertir en el Hospital Manuel Quintela hoy y ahora, porque más allá de proyectos y sueños está la realidad de un gran segmento de población que lo necesita funcional y del mejor nivel posible. Por ello es imprescindible seguir trabajando en y por él.
Más allá de eso, está la propuesta de una inversión futura en salud. Ello no presupone de ninguna manera trasladar. En mi opinión hay enormes sectores del hospital que deben seguir teniendo un rol en la asistencia. Podría entender que se invirtiera en mejorar la actual planta física, tal como se está haciendo. Puedo entender que se proyecte construir en cercanía, lo que permite conectar sectores. No podría entender un desplazamiento que no solo significaría desperdiciar inversiones ya realizadas, sino perder las enormes ventajas logísticas de un hospital situado en un espacio de privilegio desde el punto de vista del acceso por las avenidas que lo circundan.
¿Cuáles son los “debes” de la Facultad de Medicina?
Con 203 días para hablar, tal vez pueda resumirlos. En un intento desesperado de sumarísimo resumen diría que, desde el punto de vista organizativo, tenemos que darle cohesión, estructurar de una vez por todas a la Facultad de Medicina en su conjunto. No puede seguir separada organizativamente de la EUTM ni de Parteras. Ello también supone un ingreso común a una futura Facultad de Ciencias Médicas. También habría que profundizar las experiencias de grado en el interior a través de una fluida interrelación con los CENURES, que nos permita establecernos en forma coordinada en el este y el centro del país, como ya lo estamos en Montevideo y en el litoral.
Lograr una interrelación fluida, franca y de colaboración con las facultades de Medicina que han surgido en nuestro país y profundizar los lazos con las de la región. También continuar el trabajo en conjunto con la Escuela de Graduados para integrar los diferentes posgrados profesionales y desarrollar los académicos, y tantos aspectos más, que en todo caso les pediría poder explayarme en una próxima entrevista.